Se dice que el universo está compuesto de polaridades masculinas y femeninas; Shiva y Shakti, el sol y la luna; "Ha" - "Tha", "Yin y Yang".

En la medicina tradicional china, el ayurveda y otra disciplinas holísticas, reconocen estas dualidades. Al encontrar el equilibrio en estas dualidades, se restablece la salud en el cuerpo-mente-espíritu. Esta es la base del principio del Yin Yoga.

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En la práctica de la asana, Yin se dirige a los tejidos conectivos más profundos del cuerpo, como las articulaciones y los ligamentos. A diferencia de los músculos, estos tejidos más profundos requieren poses pasivas, todavía, en las que se crea espacio para explorar las sensaciones sutiles en el cuerpo.

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A medida que los músculos se relajan, la energía (Chi o Prana) comienza a fluir en las capas más profundas del cuerpo, especialmente en las articulaciones y en la fascia. La Fascia es donde se refleja y se imprime la conexión cuerpo-mente y donde circulan los meridianos por estos canales de energía.

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Las posturas se mantienen entre dos y cinco minutos, para liberar y regenerar de manera segura y efectiva. Así como los hombros apretados pueden ser indicativos de estrés mental, la tensión en el cuerpo a menudo tiene un componente psicológico. 

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Las poses estacionarias profundas de Yin proporcionan el campo de práctica perfecto para dejarse llevar, respirar a través de las sensaciones y permitir que tenga lugar una poderosa transformación y curación en el cuerpo, la mente y el espíritu.

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Pero no solo eso: a través de la atención guiada de la mente y la respiración, también contribuimos a la activación de la energía en los meridianos (nadis) que conectan la parte externa del cuerpo con los órganos; es decir, contribuimos a la salud de los órganos a nivel físico, energético y emocional.